31 de octubre. Se inicia la batalla nuevamente, un año más en donde los peruanos se estrellan entre sí: adultos & jóvenes y niños. Es bien sabido que en los EE.UU y otros países cercanos y “parecidos”, se celebra en esa fecha tan popular y arraigada, el tan famoso y comercial Halloween, mientras que en nuestro Perú, se festeja el Día de la canción Criolla, música muy nuestra y que es admirada tanto por nuestros habitantes como personas del extranjero que llevan a buen puerto nuestras costumbres.
Valdría decir hasta que nuestra música la sienten mucho más que mucho de nosotros. La disfrutan y la difunden como un peruano más. Ahora bien. ¿Por qué existe esta disputa? Simple. Somos seres humanos que nos sumergimos en el marketing, en la publicidad, en aquello que vende más y gusta. En lo que nos satisface y divierte, en este caso, nos hemos estereotipado al estilo norte americano.
Es particular, no tengo nada en contra de ello. Todos “somos libres e independientes por la voluntad de los pueblos y por la justicia que Dios defiende” – sabías palabras que se dijeron hace mucho en nuestra tierra y cuya razón defiendo. A la hora de elegir, tenemos plenos derechos y libertades que nadie nos puede prohibir, siempre y cuando estos no trasgredan a los demás en los suyos.
Se dice: primero lo nuestro y después el resto. Otra frase muy cierta también hasta cierta medida. Para defender algo nuestro, primero debemos sentirlo y eso empieza por casa, desde que nacemos, en cuyo nido debemos sembrar y cultivar el amor por lo nuestro y por nuestras costumbres. No podemos pedirle al pájaro que vuele si le quitamos las alas desde que nace, no podemos pedirle al fruto que crezca, sino sembramos su semilla.
Los 31 de octubre, festejo en el Perú, sobre todo en la capital, Lima; donde la canción criolla se viste de gala y los cajones y cucharas empiezan a repiquetear con las castañuelas, bailando y meneándose hasta pasadas las 12, llegando al amanecer.
Y no sólo eso. También encontramos música ruidosa, bailable, comida, caramelos y miles de disfraces, ya que mientras un grupo festeja el Día de la canción Criolla, otro grupo, sobre todo de jóvenes y niños, celebra el día de las brujas.
Valdría decir hasta que nuestra música la sienten mucho más que mucho de nosotros. La disfrutan y la difunden como un peruano más. Ahora bien. ¿Por qué existe esta disputa? Simple. Somos seres humanos que nos sumergimos en el marketing, en la publicidad, en aquello que vende más y gusta. En lo que nos satisface y divierte, en este caso, nos hemos estereotipado al estilo norte americano.
Es particular, no tengo nada en contra de ello. Todos “somos libres e independientes por la voluntad de los pueblos y por la justicia que Dios defiende” – sabías palabras que se dijeron hace mucho en nuestra tierra y cuya razón defiendo. A la hora de elegir, tenemos plenos derechos y libertades que nadie nos puede prohibir, siempre y cuando estos no trasgredan a los demás en los suyos.
Se dice: primero lo nuestro y después el resto. Otra frase muy cierta también hasta cierta medida. Para defender algo nuestro, primero debemos sentirlo y eso empieza por casa, desde que nacemos, en cuyo nido debemos sembrar y cultivar el amor por lo nuestro y por nuestras costumbres. No podemos pedirle al pájaro que vuele si le quitamos las alas desde que nace, no podemos pedirle al fruto que crezca, sino sembramos su semilla.
Los 31 de octubre, festejo en el Perú, sobre todo en la capital, Lima; donde la canción criolla se viste de gala y los cajones y cucharas empiezan a repiquetear con las castañuelas, bailando y meneándose hasta pasadas las 12, llegando al amanecer.
Y no sólo eso. También encontramos música ruidosa, bailable, comida, caramelos y miles de disfraces, ya que mientras un grupo festeja el Día de la canción Criolla, otro grupo, sobre todo de jóvenes y niños, celebra el día de las brujas.
Como reza el dicho: “en gustos y colores, no han escrito los autores”. cada quien con lo suyo y lo nuestro lo vive a su manera cada uno. Para todos los gustos hay, también es cuestión de sembrar el gusto desde niños, no obligar, sino persuadir y por que no, unir lo que nos parece bello, con lo que no nos parece así. Para todos y para todo, hay un sitio, hay un lugar y una oportunidad.
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