“Tengo el orgullo de ser peruano y soy feliz…” pequeña parte de una hermosa canción, que muchos la sienten pero también sé que otros no. Como negar que lo soy, si cuando escucho entonar algún tema de mi país, se me estruje el corazón, vivo en mi tierra y de igual manera siento ese gran apretón que me hace llegar al punto de ponerme brillosos los ojos, unas veces hasta el punto de llorar. Me pongo a pensar, cómo será cuando no esté acá y a lo lejos de estas tierras escuche algo de ella? Aún no lo sé pero otros lo saben ya.
Son ellos, los que viven fuera de nuestro país, quienes sienten ese estremecimiento, que se sienten más peruanos que uno mismo viviendo aquí, aunque algo tarde llega ese patriotismo a veces, pero llega porque estoy segura que siempre estuvo allí, en el fondo de su corazón rojo y blanco.
Mes de julio, mes patrio, mes en que se nos dio la preciada libertad; libertad que muchas veces no sabemos aprovechar, que confundimos con libertinaje, libertad que nos condena y no nos pone límites, no nos ponemos límites.
Dichos límites, no nos limitan en nuestra libertad, todo es según como se entiendan las cosas, de cómo se viva.
Ser peruano debe ser un orgullo, lo es para mí; la tierra no tiene la culpa de sus habitantes, de sus hijos que, como todos, no suelen ser iguales. Unos la aman más, otros menos, otros nada o casi nada y sólo reniegan de ella.
El Perú, es un país de todas las razas, un país pluricultural, mestizo, rico…. “Un mendigo sentado en un banco de oro”, frase tan ciertamente dicha y que aún no se ha llegado a explotar por completo.
Cuerpo hay, cabeza hay, corazón y alma también, sólo nos falta creer más en nosotros mismos, fe en el futuro, trabajo en equipo, unidad más que desigualdad. Nada es casualidad, las oportunidades existen. Hay que creer para brillar. Pulirnos para iluminar. Unirnos para seguir creciendo como pueblo, como país, como comunidad.
Esperemos que podamos hacer cumplir cada día, esa parte de una canción que dice: “Todos vuelven al país en que nacieron…” Como dicen, la pelota está en nuestra cancha, el juego es hoy. Empecemos desde casa, de menor a mayor. La lucha es hoy.
Son ellos, los que viven fuera de nuestro país, quienes sienten ese estremecimiento, que se sienten más peruanos que uno mismo viviendo aquí, aunque algo tarde llega ese patriotismo a veces, pero llega porque estoy segura que siempre estuvo allí, en el fondo de su corazón rojo y blanco.
Mes de julio, mes patrio, mes en que se nos dio la preciada libertad; libertad que muchas veces no sabemos aprovechar, que confundimos con libertinaje, libertad que nos condena y no nos pone límites, no nos ponemos límites.
Dichos límites, no nos limitan en nuestra libertad, todo es según como se entiendan las cosas, de cómo se viva.
Ser peruano debe ser un orgullo, lo es para mí; la tierra no tiene la culpa de sus habitantes, de sus hijos que, como todos, no suelen ser iguales. Unos la aman más, otros menos, otros nada o casi nada y sólo reniegan de ella.
El Perú, es un país de todas las razas, un país pluricultural, mestizo, rico…. “Un mendigo sentado en un banco de oro”, frase tan ciertamente dicha y que aún no se ha llegado a explotar por completo.
Cuerpo hay, cabeza hay, corazón y alma también, sólo nos falta creer más en nosotros mismos, fe en el futuro, trabajo en equipo, unidad más que desigualdad. Nada es casualidad, las oportunidades existen. Hay que creer para brillar. Pulirnos para iluminar. Unirnos para seguir creciendo como pueblo, como país, como comunidad.
Esperemos que podamos hacer cumplir cada día, esa parte de una canción que dice: “Todos vuelven al país en que nacieron…” Como dicen, la pelota está en nuestra cancha, el juego es hoy. Empecemos desde casa, de menor a mayor. La lucha es hoy.
Joy
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